Perdidos en Tokio y también en Santiago.

Es tarde, no puedo dormir al igual que le pasa a Charlotte, enciendo el DVD para ver por sexta vez esta película. Hay mucha gente a la que no le gusta esta película por varias razones: por que el personaje que encarna Scarlett no avanza en absoluto o bien porque la película en sí no avanza, es lenta.
Pero, qué ocurre cuando llegamos a un punto de nuestro estado de ánimo en el que no se avanza, un periodo (con lo cual tiene principio y final aunque de esto último no nos percatemos) en el que el sentido de retroceso es mayor que el sentido de avance. Ese sentimiento de sentirte ajeno a tu própia vida, a tu entorno, familia, amigos y pareja. Qué ocurre cuando estas en ese punto de la llanura donde no ves otra cosa que una gran depresión. Posiblemente este tipo de sentimiento no lo comparta todo el mundo. Pero estoy seguro que más de uno se ha visto en esta situación límite y absurda basada en un inconformismo interior debido a no saber qué hacer con nuestro própio futuro o incluso nuestro própio presente.
Es una película que habla de la soledad en el estado más avanzado, en el estado más actual en una cultura de masas donde cada uno somos una pequeña estrella de toda la vía láctea. Que todo es circustancial y efímero. Es una película íntima que recomiendo ver sólo y por la noche, cuando no se pueda dormir (muchas personas dirán que es un buen antídoto contra el insomnio, yo opino todo lo contrario). Es una película no apta para gente vacía, sólo para aquellos que alguna vez se han sentido fuera de lugar, fuera incluso de ellos mismos. Es todo aquello que "se pierde al traducir", todo aquello que no tiene un sentido completo.

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