Y es que ese juego que llaman amor, atracción, cupido, etc, etc., pareciera ser un ente individual e independiente que a ratos se detuviera a reír, burlesco, de tanta gente confundida con su caprichos.
Tan escurridizo y arisco llega a ser, que cuando los amantes concuerdan, él inventa una variante de último minuto que modifica decorado, escenario y libreto de un pincelazo.
Y aquí vamos otra vez, como marcados por Darwin, tratando de evolucionar para adaptarnos al nuevo cambio.
Por eso nada debe sorprender, ni siquiera un argumento escapista como éste: “Estoy intoxicado de amores prohibidos, si me quedo muero”.
En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí. Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo, la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista. Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por “ese cierto tiempo”. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez, “cierto tiempo” también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio -es decir, el cambio seguía siendo un cambio-, sino que al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario...
Y en el intermedio, lo único que me venía bien era tomar una Coca Cola. Siento que es mi cigarrillo. No la consumo con una adicción depredadora, pero me parece que es mi adicción por excelencia. Cuando cayó de la máquina pensé que ya mi día estaba salvado. La tomé. La sentí fría. No hay nada mejor que eso, pensé. Una Coca Cola bien fría. ¿Mujeres? Una coca bien fría. La abrí y fue una decepción. Todavía estaba tibia. Lo único que había enfriado era el envase. Es lo que llamo yo "la clásica Coca de mierda". Que se puede trasladar a "la clásica cerveza de mierda". Y sentí entonces que mi día no era tan bueno. Y sentir eso, me di cuenta de que hay algo que no estoy haciendo bien...
Llegó febrero y pensé que está entrada sería diferente. Que contaría algo realmente bueno. Algo que esperaba. Que quería. Pero estamos en febrero y es una entrada diferente. No hay discusiones ni novedades. Simplemente..., nada.
Si fuiste rechazado muchas veces en tu vida, entonces otro rechazo más no va a hacer una gran diferencia. Si eres rechazado, no asumas automáticamente que es tu culpa. La otra persona pudo haber tenido varias razones para no hacer lo que le estás pidiendo: quizá ninguna tenga relación contigo"
cuando Dios creó el amor no ayudó a la mayoría
cuando Dios creó a los perros no ayudó a los perros
cuando Dios creó las plantas no fue muy original
cuando Dios creó el odio tuvimos algo útil
cuando Dios me creó a mi, bueno, me creócuando Dios creó al mono estaba dormido
cuando creó a la jirafa estaba borracho
cuando creó las drogas estaba colocado
y cuando creó el suicidio estaba deprimido
cuando te creó a vos durmiendo en la cama
sabia lo que hacia
estaba borracho y colocado
y creó las montañas y el mar y el fuego
al mismo tiempo
cometió algunos errores
pero cuando te creó a ti durmiendo en la cama
acabó encima de su Bendito Universo.
- Tengo un problema (grave) de memoria y eso que soy estudiante de Derecho suelo olvidar todo. Recuerdos del pasado, incluso de hace días, los desconozco, a menos que hayan sido traumáticos o ‘marcadores’ de algún tipo. Mi problema es con la falta de atención.
- Actualmente no poseo ninguna religión específica.
- Siempre fui malo en matemáticas. Cuando se mezclan letras (que no son x) con números, me bloqueo por completo.
Tengo menos de 12 horas de “capacidad mental plena”. Hasta una hora después de haberme levantado, no entiendo (y muchas veces no recuerdo) que es lo que hago o lo que me dicen (si no tomo café, la demora es mayor). Luego de ese promedio de 12 horas, entro en un estado “soporífero” extendido, similar al que tengo cuando me levanto. Sólo puedo hacer tareas mecánicas y hasta cierto punto, pues, como digo yo, soy “propenso a mandarme cagadas”.
• Tiendo a pensar demasiado, inclusive con temas que no lo merecen o tienen respuesta fácil.
- Alterno momentos de brillantez con momentos de estupidez total
Estar enamorada no es fácil. No basta con desearlo, hay que oírlo.
¿Tú conoces algo que dure siempre?
—He cambiado mucho.
—¿Tanto?
—Del todo.
Salta por la ventana. ¡Valiente!
Me encanta que haga frío
Cuando es que no, es que no.
Nunca he tenido el corazón tan rojo.
Es bueno que las vidas tengan varios círculos. Pero la mía, mi vida, sólo ha dado la vuelta una vez y no del todo. Falta lo más importante. He escrito tantas veces su nombre dentro. Y aquí, ahora mismo, no puedo cerrar nada. Estoy solo
Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. SI. Podría unir mi vida uniendo casualidades. La primera y la más importante fue la peor…
Cuando hace frío la mayoria de las cosas van más deprisa o llegan antes, me refiero a las casualidades. Me encanta que haga frío.
… así que me dío un vuelco la vida.
Murió de amor limpiando una lechuga.
Sentí que algo conocido se había metido dentro de lo desconocido, había llegado al fin de algún sitio. Tuve un pálpito, fue el primero de muchos.
La casualidad que estabamos esperando.
- Hola estoy aquí. Soy Ana, pues dime algo.
- Me llamo Otto.
- ttttt ¿¿Sabes como te llamas??
- No, bueno sí.
- ¡¡OoOottOoOo!!
- Siiiiii.
- Oye Ana también se puede leer al revés.
- Pues claro.
- Que bien, es capicúa.
- Ahora te enteras…“Ahora te enteras, mi padre me decía que mi nombre era capicúa para que mi vida se llenara de suerte… así que me dio un vuelco… la vida.”